Además de templos milenarios, aldeas remotas, puentes colgantes y playas de
ensueño, en el libro también se reservan partes a algunas estancias que pasé en
mi ciudad, Córdoba, en los diez años que abarco. La más larga fue entre 2005 y
2006, cuando estuve llevando a cabo un proyecto europeo allí relacionado con el voluntariado
que había hecho en Italia en 2004. Fue una temporada muy bonita e interesante
porque empecé a percibir el lugar donde nací con otra actitud, más parecida a
la del turista que llega de visita que al local que lleva toda su vida allí. El
haber estado tanto tiempo fuera me ha ayudado a apreciar mejor las cosas buenas
que tiene mi tierra, lo que por otra parte no ha frenado nunca mi afán de
descubrir nuevas realidades. Durante aquella temporada, concretamente en la
primavera de 2006, recibí la visita de varias personas que había conocido tanto
en Italia como en Lituania. Uno de ellos fue mi amigo Alberto, que se acercó a
mi ciudad con una amiga. Ambos quedaron encantados y con ganas de repetir.
Hay varias partes en las que hago referencia a esa sensación, por ejemplo
aquí:
Todavía no se ha parado el flujo de mecenas y seguimos subiendo. Ya vamos
por el 68%. Lo dicho, esto ya mismo está hecho, pero todavía necesitamos un último
empujón.
¡Feliz fin de semana!
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