Como es natural, no todo en nuestras vidas son alegrías y buenos momentos,
sino que también existen ocasiones en las que parece que nada nos va a salir
bien y nos vemos envueltos en periodos sombríos y grises. También en mi relato
hay un lugar para esas etapas tristes pero necesarias para seguir creciendo y
aprendiendo de la experiencia. Este tipo de vivencias a la larga nos hacen más
fuertes y nos enseñan a vivir las cosas de otra manera, disfrutando más si cabe
de lo que tenemos y aceptando lo negativo como un componente esencial de
nuestras vidas, sin dramatismo ni desesperación. El repasar de nuevo estos
bajones y verlos desde una nueva perspectiva, ha supuesto para mí un ejercicio
de cura personal y descubrir hasta que punto le damos importancia a ciertos
hechos. Tanto la tristeza como la felicidad son relativas y efímeras, nada nos
hace tan miserables ni tan ufanos. Nuestra actitud y cómo la fortalecemos y
maduramos son la clave para afrontar y valorar cada obstáculo en su justa
medida.
Seguro que leyendo líneas como estas, más de uno se sentirá identificado con esta historia. Aquí un instante de uno de esos tramos “changos”, cuyos motivos podréis descubrir en el libro:
Sí, me ha quedado una entrada muy “zen”, lo sé, pero es lo que tienen las
tardes de domingo :). Seguimos a buen ritmo, ya se ha alcanzado el 75,5%. ¿Se
llegará al objetivo esta semana que viene? De vosotros depende. ¡Muchas
gracias!
Eso es lo que me gusta,entre otras cosas igualmente importantes, de leer tus publicaciones, que son historias reales. Gracias!
ResponderEliminarY tanto, Haylen, como la vida misma ;)
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