Durante el tiempo que estuve enseñando español en la India, tanto en Delhi
como en Bangalore, tuve el placer de conocer a multitud de estudiantes, con los
cuales entablé una buena amistad más allá de las clases. Recuerdo en especial a
uno de ellos, Hemendra, y su enorme hospitalidad cuando me invitó a visitar su
aldea, Renwal, en la que estuve un par de veces. Y es que el afecto que me
demostró tanto él como su familia fue tal que su pueblo se convirtió en uno de esos
lugares a los que considero “casa”, en el sentido de hogar, de lugar donde
sentirse a gusto y seguro. Este es un valor enorme para los que estamos lejos;
poder obtener este sentimiento de pertenencia, aunque solo sea por un tiempo
muy limitado, y a pesar de estar a miles de kilómetros del lugar de nacimiento.
Para todos aquellos que en algún momento de mis viajes me alojaron e
hicieron que me sintiera como parte de sus familias, para ellos va esta
entrada. Su calor y afecto también me empujaron a escribir este libro.
Rescato estas líneas donde intento resumir todo ese cúmulo de sensaciones
en mi primera visita a Renwal, durante el festival de Diwali en 2008:
Esta mañana me he llevado un sorpresón cuando he
visto que íbamos ya por el 45,5%, gracias a la enorme aportación del que creo
que fue la primera persona a la que llamé mi amigo. Un viejo amigo de la
infancia que, siendo ajeno a todo lo que son las redes sociales como es, prefiero
mantener en el anonimato. Gracias tío, y a ver si esto sigue igual de bien en
los próximo días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario